“Meta” es una palabra que está
muy de moda estos días. Lamento que ciertas palabras se pongan de moda o entren
en el léxico diario, porque esto conlleva a que terminen siendo mal usadas y su
significado se deteriore hasta perderse totalmente. Por eso he dejado de
utilizarla como latiguillo, ahora la ocupo cuando realmente corresponde. Pero cuál
es el gran dilema con el término “Meta”, que importa que se tergiverse o no? Después
de todo el lenguaje siempre está en constante cambio. Es que resulta que “Meta”
describe una cualidad muy importante, tan importante, que si en ella no existiríamos,
o mejor dicho, no sabríamos que existimos.
Para poner en contexto la situacion,
“Meta” cualifica a un objeto o cosa que hace referencia a sí misma. Por ejemplo
una meta-película, es una en la cual el guion o los personajes hacen referencia
a la propia película, el personaje “sabe” que está dentro de una película, un
recurso muy usado en las comedias.
Pero la auto referencia
tiene un rol mucho más importante para nosotros que va más allá de crear una película
ingeniosa. Nosotros somos meta sistemas, conocemos de nuestra existencia, y
somos conscientes (algunos más, otros menos) de ella. La auto referencia, y el
concepto de existir, de poder decir “yo”, es algo tan común en la experiencia
diaria humana, que creo difícil que alguien quiera contradecirme en eso. Sin
embargo esto no termina ahí, donde puedo encontrar opositores es al decir que
la auto referencia es lo que nos hace quienes somos, existimos porque somos
“Meta”. Acá vale hacer una aclaración, los objetos existen, piensen o no, se auto
referencien o no, una piedra existe, aunque ella no lo sepa. Sin embargo cuando
digo que existimos porque nos auto referenciamos, no me refiero a nosotros como
los objetos físicos, si no nosotros como la propiedad emergente de la interacción
de los mismos. Cabe preguntarse que es lo que hace que un objeto este vivo. Que
es la vida en sí? Después de todo, los seres vivos y no vivos están compuestos
por los mismos elementos químicos. Sin embargo nos resulta fácil, en la mayoría
de los casos, distinguir los entes vivos de los inanimados. Es que la vida, al
igual que la conciencia es una propiedad emergente, algo que no se encuentra en
ningún elemento químico, que no se puede aislar o independizar. Y acá no se
confundan, no me gusta el misticismo, es que justamente se llama propiedad
emergente pues aparece de la interacción de las partes, y desaparece por
completo si estas se desvinculan, si separasen cada uno de los átomos de
carbono e hidrogeno que me componen (por favor no lo hagan), no quedarían cada
uno con un pedacito de mi vida, sino que mi vida desaparecería por completo.

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Virus bacteriófago atacanto una bacteria |
Bien, entonces la vida es
una propiedad emergente, pero no necesariamente auto-referente, es decir, hasta
donde sabemos, una bacteria está viva, pero no tiene conciencia, no pude amar
ni odiar, ni mirarse al espejo y decir “debería hacer más ejercicio”. Se
observa en la naturaleza que todos los organismos capaces de realizar
actividades cognitivas complejas poseen la capacidad de reconocerse, de pasar
la prueba del espejo y verse a sí mismos en el reflejo. En cierta forma pasar
de ser un sistema a ser un meta sistema parece ser un requerimiento mínimo para
la inteligencia según la entendemos los humanos. Con inteligencia no me refiero
simplemente a la capacidad de resolver problemas o entender conceptos
abstractos sino también (y fundamentalmente) a la capacidad de sentir. Después
de todo, como puede uno amar, odiar, ser feliz y sufrir si uno no existe? Insisto
que la existencia de la cual hablo no es la de la materia que nos compone, la
cual es evidente, sino de la propiedad emergente auto-referente